Marco Villalta

Educación y tecnología en el siglo XXI: nuevas formas de aprender y de enseñar

La movilización de la experiencia y la participación activa en el proceso educativo son elementos que han revolucionado la concepción tradicional de enseñanza y aprendizaje. Frege, Dewey, Vygotsky, Piaget, Feuerstein, Freire, entre muchos otros autores han cobrado renovada vigencia entre los especialistas desde la segunda mitad del siglo XX para explicar y mejorar la calidad de los aprendizajes pertinentes a una sociedad denominada del conocimiento. Tradicionalmente, y aún en el siglo XXI, el proceso de sala de clase es mayoritariamente de comunicación unidireccional, desde quién enseña, el transmisor, al alumno, receptor. Esta relación, denominada frontal, asegura la transmisión de contenidos, pero no ha demostrado para todos los contextos, eficacia para asegurar aprendizajes. En efecto, la experiencia y la participación activa en el proceso educativo son elementos que han revolucionado la concepción tradicional de enseñanza y aprendizaje colocando a la interacción cooperativa y colaborativa, y la comunicación afectiva, como elementos que mejoran los procesos de aprendizaje. Las metodologías de enseñanza tradicional de carácter transmisivo tienen como supuesto que el proceso de aprendizaje es de carácter intrapsíquico, y por tanto es común para quienes comparten este enfoque considerar que el aprendizaje es un logro individual, vinculado a la capacidad del sujeto. Por otra parte, las propuestas metodológicas de enseñanza interactivas, parten del supuesto que el aprendizaje es el resultado de la interacción social con fines educativos. En tal sentido, el desafío permanente de la educación, especialmente desde que esta se ha masificado, es lograr procesos interactivos que aseguren aprendizajes. La sala de clases es el espacio-tiempo al cual tradicionalmente se atribuye el suceso central de enseñar y aprender. El constante desarrollo tecnológico de la sociedad moderna, la democratización de la educación en el mundo occidental reforzada por la tecnología de educación a distancia, la rapidez y abundancia de información, entre otros aspectos, requieren y desarrollan en los estudiantes habilidades cognitivas sustentadas en procesos interactivos y colaborativos. En tal sentido, los Apoyos Computacionales de Aprendizaje Colaborativo (CSCL) han logrado integrar interacción y colaboración para el logro de aprendizajes en procesos educativos a distancia, como en la sala de clase. Los soportes tecnológicos en sala de clase han diversificado los métodos de enseñanza a través del incremento de la interactividad en la relación profesor-alumnos y sistematizar la relación entre los alumnos para el logro de objetivos de aprendizaje. El dilema actual en innovación educativa no es si se elige o no el uso de la tecnología computacional, sino el lograr la integración más adecuada de esta a los procesos y resultados de sala de clase. La transmisión de contenidos paulatinamente deja de ser la actividad hegemónica del profesor conforme este ha incorporado nuevos o renovados apoyos tecnológicos para mejorar la comunicación, coordinación, negociación e interactividad en sala de clase. Sin embargo, los diversos medios tecnológicos que han revolucionado la comunicación y circulación de información en la sociedad, como es el caso de la radio y la televisión, no han cambiado sustancialmente la relación frontal profesor-alumnos en la sala de clase. El uso de sistemas informáticos, con todas las posibilidades interactivas de aprendizaje que ofrece, tampoco ha transformado sustancialmente la dinámica tradicional de sala de clase. Esta “resistencia al cambio” de la organización de los procesos de sala de clase responde, entre otros aspectos, a la ausencia de otros patrones culturales y pedagógicos que aprovechen de modo eficaz el valor del diálogo, trabajo en equipo, coordinación de acciones individuales, la rendición de cuentas, entre otros, que constituyen la interactividad para el logro de aprendizajes. A pesar de todos los avances en la reflexión y práctica educativa, sigue siendo un desafío distinguir y vincular los diversos aspectos del proceso interactivo de sala de clase con resultados de aprendizaje. Las diversas propuestas existentes suelen reportar eficacia al contexto en el cual se aplican. No obstante, las herramientas tecnológicas son parte del ecosistema educativo, y, en consecuencia, es relevante conocer y precisar el aporte de dichas herramientas a las posibilidades reales de participación de alumnos y trabajo grupal. Esto permitirá reconocer los aspectos interactivos que mejor pueden aportar al logro de aprendizajes y procesos de transformación de las metodologías frontales que aún persisten en la práctica docentes, muchas veces a pesar de las intenciones interactivas que estos valoran y desean implementar en sus clases. La interacción comunicativa es el eje que organiza y vincula la experiencia de los participantes y la participación activa, en un proceso virtuoso de la acción de enseñar y el proceso de aprender.

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